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Parque Nacional General de División Omar Torrijos Herrera

Hace poco nos dimos una vuelta por el Parque Nacional General de División Omar Torrijos Herrera (PNGDOTH) ubicado en las tierras altas de la Cordillera Central, en el distrito de la Pintada, comunidad del Copé en la provincia de Coclé. La entrada hacia este parque nacional se ubica unos minutos después de pasar por Penonomé, antes de llegar al Caño, entrando por la comunidad de la Candelaria.

Este parque nacional fue creado mediante Decreto Ejecutivo Número 18 del 31 de julio de 1986 y está incluido dentro del SINAP (Sistema Nacional de áreas Protegidas) para preservar la gran diversidad biológica de la región central panameña o Cordillera Central. El Parque lleva el nombre del General Omar Torrijos ya que dentro del mismo se encuentra el Cerro Marta, en cual se estrelló la avioneta en el accidente que ocasionó la muerte del General. Se encuentra dentro del Corredor Biológico Mesoamericano.

Se llega a través de la carretera que parte de la vía  interamericana (km 167) en la entrada de la comunidad de la Candelaria, arribando a la  comunidad de El Copé. Este recorrido tiene unos 28 km. Luego se toma  al norte para llegar a la población de Barrigón.  De esta comunidad parte un camino empedrado de 5 km que asciende hasta el cerro el Calvario, dentro  del parque, solo para autos 4×4.

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Los buses solo llegan al Chorro las Yayas, enclavado en las faldas del parque. Pero es fácil contactar con los taxis 4×4. Generalmente por un costo aprox de 20$ el viaje.

La temperatura es muy agradable entre 18 y 29 grados.

Cubre una extensión de 25,275 hectáreas y dentro de sus límites se encuentran siete comunidades: El Potroso, Las Peñitas, El Tigre, La Rica, El Guabal, Río Blanco y Caño Sucio. En sus alrededores se encuentran los poblados de El Copé, Barrigón, La Junta, Cerro Hueco, Belencillo, Aguas Blancas, Bateales y Palmarazo.

Protege las cabeceras de los ríos más importantes de la región coclesana: río San Juan, el río Belén y el Concepción en la vertiente caribeña; y el río Grande, el río Marta y el río Nombre de Dios en la vertiente del Pacífico. En su territorio sobresalen los cerros Negro (1408 metros), Peña Blanca (1314 metros), Blanco (1192 metros) y Cerro Marta (1046 metros).

En el año de 1986 la superficie del parque era de seis mil hectáreas, sin embargo, la misma fue ampliada según criterios ecológicos en el año de 1996 a 25,275 hectáreas, con el propósito de incorporar tierras que requerían su conservación y protección.

Por seguridad, dejamos el auto y seguimos a pie.

Al llegar a el Copé vimos una primera entrada hacia el Cerro Marta, seguimos y encontramos otra entrada directo al parque. Fue un recorrido de media hora hasta llegar al Centro de Visitantes. Pasamos por la comunidad de Barrigón, también por la entrada del Chorro las Yayas, incluso pasamos sobre un riachuelo y unos minutos después estábamos en la oficina de control y monitoreo ambiental de Anam, en la cual no había nadie y nos tomamos el beneplácito de seguir, algo un poco extraño pues en este puesto laboran dos guarda parques por turno y es donde debe hacerse el pago de la entrada.

La vista era impresionante, se veía lo recorrido desde la carretera Interamericana, vastas montañas, un paisaje increíble en donde se puede apreciar casi todo el Copé y el Océano Pacífico.

Minutos después nos topamos con el responsable de Anam y nos dio el permiso de seguir, nos explicó de dejar el auto en el centro de visitantes en caso de subir al Cerro el Calvario.

Hicimos lo establecido y empezamos la caminata hacia El Calvario, que bien tiene su nombre pues subíamos y subíamos, nos demoramos aproximadamente 30 minutos hasta llegar a la cima. En el camino pudimos disfrutar de la diversidad de flora del parque. El cerro se encuentra a 912 metros sobre el nivel del mar y es unos de los pocos sitios donde en días claros se pueden observar los dos mares, y efectivamente tuvimos la dicha de ver el Mar Caribe y el Océano Pacífico. Ya que el sol era incandescente y radiante.

Fue impresionante ver la majestuosidad del Cerro Marta, en el cual cayó la avioneta en donde murió el general Omar Torrijos, motivo por el cual el parque lleva su nombre. A lo lejos vislumbramos las comunidades de Coclesito, San Juan de Turbe, Boca de Toabre incluso Coclé del Norte; todo esto confirmado por un profesor de geografía que guiaba estudiantes de Penonomé y con quien tuvimos el placer de conversar en la cima del cerro Calvario.

En la parte más elevada del parque como en el cerro Marta y el Calvario, se desarrollan bosques pluviales montanos bajos y a medida que se desciende están los bosques pluviales y húmedos premontano, y los muy húmedos tropicales.

Se cree que de las 2 mil 604 especies de plantas y 552 especies de vertebrados terrestres que se encuentran en la provincia, la mayoría tiene presencia en el parque. Existe también una gran diversidad de especies endémicas o propias de estos bosques, unas 60 muestras han sido recolectadas dentro de la zona montañosa. Según los estudios científicos, el área se originó por la alternancia de las actividades volcánicas y sedimentarias que caracterizaron la formación del istmo de Panamá.

Monolena glabra

Se observan exuberantes helechos arbóreos, palmas, enormes árboles como el guayacán y jacaranda, musgos, muchas orquídeas, bromelias, heliconias, anturios, algunas plantas endémicas como la selaginelas, scheffleras, la emblemática Monolena glabra y el árbol copé, nativo del parque y por el cual lleva su nombre.

También posee la planta carnívora (Drossera capillaris) característica de los suelos pobres en nutrientes, y un sinnúmero de otras plantas endémicas del lugar. En el parque se encuentra la única zamia epifita en el mundo, la cual crece sobre árboles y sus hojas asemejan a la de una palma.

Solo en aves se pueden observar aproximadamente 350 especies diferentes, el colibrí­ pico de hoz, por su diseminada presencia, ha sido escogido como ave símbolo del parque. El Ave Sombrilla (Cephalopterus glabricollis) que según la actualización de la Lista Roja de la UICN de Especies Amenazadas, de su estatus de ‘Vulnerable’ pasó a estar ‘En Peligro’; anualmente los observadores de aves se dirigen a este parque en busca de poderse encontrar con esta ave e incluirla en su lista de “lifebirds”.

Entre su flora sobresalen las epifitas; también los legendarios y vetustos helechos arbóreos, que son conocidos como verdaderos fósiles vivientes. El parque debe ser un modelo de conservación porque­ hay referencia de la vida animal y vegetal que no existe en ningún otro sitio del mundo.

Al bajar del Calvario, toqué alguna planta con pelos urticantes y se me metieron en los dedos; después de sacarlos seguimos caminando y fuimos a conocer el centro de visitantes en donde pagamos el ingreso al parque. El centro de visitantes es genial, tiene basta información, un pequeño mirador, algunas sillas y mesas, un patio perfecto para acampar y del mismo centro de visitantes se empiezan los famosos senderos del parque hechos por la Anam.

Sin duda nos fuimos a recorrerlos, encontramos varios senderos: Sendero de la Rana de 2km que puede ser extenuante para una persona con malas condiciones físicas; el Sendero los Helechos de 800 metros es el más accesible para todo tipo de personas incluyendo niños, El Sendero del Cuerpo de Paz es el más largo y el que requiere de mejores condiciones físicas ya que consta de dos horas de caminata.

Existen otros atractivos cercanos como las cascadas Tife Alto y Tife Bajo, entre muchas otras enclavadas en los alrededores del parque, pero que requieren de una logística que incluye excelentes condiciones físicas, pues al menos para Tife se caminan más de 30km.

Alto Tife
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En el parque tenemos un buen amigo, el guardaparque Andrés con quien nos hemos sentado a conversar por horas sobre las vicisitudes que conlleva trabajar en un parque nacional. hay personas que se han desviado de los caminos y han ido a parar caminando a comunidades como La Rica, a varios kilómetros del parque. Cuando visites este parque, si no te sientes seguro, pidas a un guardaparque que te acompañe, y si vas de gira científica y te vas a demorar más, también avisar para que estén conscientes de que demoras, ya que el mismo es grande. Recuerda no alejarse de los senderos que ya están marcados.

Personalmente hemos tenido la dicha de ver un jaguarundi detrás de la cabaña, también zarigüeya gris, ardillas enanas (Microsciurus sp).

Nos retiramos del centro de visitantes y fuimos directo al Chorro las Yayas a relajarnos bajo sus frías aguas.

Como leen y ven, el Parque Nacional Omar Torrijos posee todo en un solo lugar, es un sitio excepcional, lleno de vida silvestre, muy bien conservado, y esperando ser visitado.

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La Toza, Natá

Guayavital, parte de Río Chico

Los senderos de Panamá son hermosos, el sol que nos ilumina es distinto, dan ganas de salir siempre y sentir el olor característico del campo, lleno de personas que sí saben tratar. Cada vez que voy a escribir, veo antes las fotografías tomadas y me digo: ¡wow!, yo estuve ahí, mi país es divino, ¡no tengo que ir a ningún lado más! Aquí hay de todo lo que se puede disfrutar realmente, ricas aguas con temperaturas perfectas, caídas de agua hermosas, playas con aguas de colores tornasoles, montañas de formas increíbles, cielo combinado con la tierra. Hasta los lugares más áridos son bellos y tienen algo que aportar a nuestros ojos.

La semana pasada estuvimos en La Toza, comunidad del distrito de Natá de los Caballeros en Coclé. Nuestro propósito de aquél día era llegar hasta el Chorro de los Duendes al cual solo podíamos llegar en 4×4 y era lo que nos faltaba, así que nos quedamos en la Toza.

Fanshi, nuestro amigo de Natá, nos llevo a conocer su familia, que con gran alegría nos recibió y nos dieron varias opciones de lugares para visitar cerca de allí. Escogimos un lugar bastante cerca de la casa de la abuela, un lugar que ciertamente es muy poco conocido, tanto así que le dicen “el río de la abuela”…que es una parte de lo que forma el río Chico, uno de los principales afluentes de Natá.

Entramos por la calle que conduce a las Huacas del Quije y nos desviamos en la entrada de la Toza, de ahí la calle de asfalto terminó y empezó la empedrada. Disfrutamos de hermosas vistas, al frente estaban los Picachos de Ola, que guardan hermosos senderos. La Toza es limítrofe entre Coclé y Veraguas, es un lugar bastante árido y en verano pega un sol bien fuerte. A nuestro lado pasaban bueyes cargando carretas en donde iban sentados niños muy cómodamente. Los Picachos de Olá se veían cada vez más cerca, con sus picos perfectos y su color verde uniforme.

Al llegar a la casa de la abuela nos emocionamos ya que cocinaban un chicheme que se veía delicioso, mis amigos terminaron en hamacas. Fanshi se adelanto a casa de un tío y lo seguimos, tras pasar por un cañaveral, nos encontramos en un bajo en donde tenían un trapiche; un niño ayudaba a su abuelo y éste le mostraba cómo introducir la caña en la máquina de la cual Fanshi nos obsequió raspadura recién hecha.

De ahí nos encaminamos al río, estaba a unos 20 minutos bajo un sol candente y enardecido que nos acompañó hasta llegar. Pasamos por debajo de alambre de púas varias veces, hasta llegar a donde se veía el río, habían unas caídas de agua pequeñas, y de repente una olla de agua que nos trasmitió peligrosidad, se veía verdaderamente hondo, Fanshi nos propuso quedarnos allí o ir más allá en donde había un lugar bueno para nadar.

Caminamos por un tramo pequeño hasta ver la poza, y nos sorprendimos, era como ver la playa de la película “The Beach” pero convertido en río, las piedras hacían forma de una gran pared caliza bajo la cual estaba el río que a simple vista era hondo, pues el fondo era negro, pero tenía una parte considerable para menos efectos.

Preparamos todo, esta vez llevamos hasta estufa, y música con buen sonido. Nos metimos al agua fría, y una vez dentro nos percatamos de la gran fauna, había una cantidad increíble de sardinas que hasta me mordieron, camarones en las piedras, libélulas, lagartijas corriendo de un lado para el otro, pájaros cantando, un sin fin de sentidos y emociones.

Y PUM! Fanshi se lanzó y cayó en el agua con estrepitoso sonido, lo vimos emerger de las aguas y salir con una sonrisa de oreja a oreja. Poco después Max estudiaba el área desde arriba, no se si estaba rezando o tratando de ver el fondo, pero unos minutos más y PUM! de nuevo, nada más vimos salir a Max con otra sonrisa, más grande aún, pero con un dolor en una pierna, golpe de agua- pierna, lo que hizo que se quedara quietecito un buen lapso.

Preparamos la estufa, nos habíamos instalado en una parte en donde pasaba el río a izquierda y derecha, nosotros estábamos en medio de él, ¡qué placentero!

Nos turnamos la cocinadera, hicimos las clásicas milanesas con tortillas y hasta unos “chicken tenders”. Como siempre Leo se atrevió a llevar su ceviche, que fue un contento a la hora de comer.

Mientras comíamos, y mientras Fanshi nos contaba historias de fantasmas y leyendas del lugar, fue cayendo la tarde y los destellos del sol fueron desapareciendo.

Nos despedimos del lugar lleno de sentidos y encaminamos a casa de la abuela en donde nos esperaba el delicioso chicheme hecho en el fogón. En el camino no pudimos evitar tomar fotos de los Picachos de Olá. ¡Tanto llaman nuestra atención! Pero les prometemos que pronto iremos.

Cada día se descubren más lugares, atrévanse a caminar o llevar el carro un poco más lejos, o quien quita tomar un bus a un lugar desconocido y empezar a preguntar, así es que se descubre y se disfruta 🙂

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Chorro Tavidá, Coclé

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Serán 30 a 45 minutos en llegar desde Penonomé hasta el Cerro La Vieja, debe seguir prestando atención hasta ver un letrero que dice Entrada a la cascada. Con waze llegas también.

Si anda en sedán es mejor dejar tu auto en la entrada y caminar. En caso de que ande en 4×4 puede subir hasta llegar a una entrada cercada por malla ciclón.

En verano

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época lluviosa

Nosotros andábamos en sedán así­ que caminamos y esto tomó unos 15 minutos hasta la entrada, allá­ nos detuvo un colaborador del Hostal del Cerro La Vieja, nos advirtió que no podíamos entrar con cooler, a lo que le mostramos el interior sin bebidas alcohólicas. El trabajador nos dijo los parámetros muy amablemente: no dejar basura, mantenerse a orillas de no saber nadar, también nos dijo que no podían entrar grandes grupos o paseos. El costo para entrar es 5$ (2015).

Llamó mi atención el letrero principal que decía: “Reserva Tavidá, Reserva Natural PRIVADA, PROTÉGELA” el señor nos dijo que el hostal ecológico del Cerro la Vieja había comprado 40 hectáreas en Chiguirí­ Arriba que incluían el chorro Tavidá.

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Rey y Karlita

Pagamos y seguimos ahora por un sendero hecho por el hostal, unos 15 minutos más, vimos unas cabañas altas y en frente estaba el apretado dosel selvático que iluminó con una paz la piscina de agua al final del chorro. Contuvimos largamente el asombro frente a esta inusitada belleza.

Es el lugar perfecto para reponer fuerzas. Cargado de frescas sombras, abanicado por un suave e imperceptible viento y, el silencio lo hace un lugar irreal. Al estar en el mirador te caen grandes gotas del chorro. Desde ahí­ se ve la piscina verde perfecta rodeada de vegetación y una caí­da de agua de 30 metros. Todos corrimos a bañarnos bajo las rugientes aguas de la caí­da.

Nadamos, jugamos, subimos a la piedra bajo el chorro y nos sentamos a sentir los fuertes golpes del agua que pegaban como latigazos u hormigas picándonos las espaldas. Gritaba de emoción combinada con el dolorcito del agua pegándome en el rostro y espinazo.

Karla dio varios intentos en subir hasta que lo logró y después nos zurramos por las piedras hasta caer y nadar hasta mitad de la olla de agua. !Fue esplendido! 🙂

Chiguirí Arriba, también cuenta con lugares históricos como: Las Trincheras de Victoriano Lorenzo, que se encuentra en las faldas del cerro; además de los petroglifos que están río abajo después de la cascada del Tavidá, donde verás huellas del hombre de hace 2000 años atrás. También hay un sendero de plantación.

Tips:

  1. La cascada Tavidá¡ que en lenguaje indígena significa “que da vida”.
  2. No lleves cooler.
  3. En época lluviosa, si el chorro está crecido no te dejarán acceder, por cuestiones de seguridad.

Los Chorros de Olá, Coclé

Después de una visita a Natá de los Caballeros, nuestro guí­a Fanshi, nos reveló que iríamos a Los Chorros de Olá, dentro de la comunidad de Nuestro Amo.

La calle hace ya casi un año que está pavimentada, al contrario de algunas de estas fotos que fueron tomadas en el 2009 cuando el camino era de tierra y había que pasar varias quebradas.

A lo lejos, más allá de los campos donde siembran la verdura, vislumbramos el chorro como un hilo que cae por el medio de las montañas; nos saludaron los trabajadores del arado con un ejue!!!! y levantaron sus brazos en señal de alegría.

Hace unos años, el distrito de Olá era uno de los más pobres de Coclé, pero las cosas han ido mejorando. Es una de las regiones con excelentes paisajes, abundante naturaleza y hospitalidad de la gente. Es uno de los de menor población y al estar ubicado en un área montañosa, su clima es muy agradable.

Avanzamos alegre y despreocupadamente por entre un paisaje de verdes fulgores y de pronto a nuestro lado estaba un toro echado cuidando sus señoras vacas, pero al ver bien a el toro, nos dimos cuenta de que estaba suelto y nos veía impasible, así­ que aprovechamos y le sacamos algunas fotos procurando que estuviese bien sentado.

Un poco después Fanshi nos aviso de bajar y caminar. Seguimos la calle repleta de piedras con el sol estrepitoso, ya sentíamos el chorro de cerca, lo sentíamos encima, caminamos 15 minutos a paso lento, adelante nos encontramos con un poblador y nos contó que estas tierras estaban siendo vendidas y que quizás la inversión extranjera llegaría.

Los chorros son producto de una depresión geográfica en donde se fraccionó la tierra creando así­ el curso del río de El Caño, en el cual caen tres hermosas cascadas.

Llegamos al espectáculo natural, uno de los chorros más altos de Panamá registrado (año 2009) y con agua todo el año a una altura de 250 metros sobre el nivel del mar, con una caída de agua de aproximadamente 50 metros, arriba hay más caídas. Vimos una especie de túnel que se forma entre las rocas, dicen que detrás de la cascada hay una cueva, como a 20 metros de la base y desde ese punto se puede divisar el paisaje en medio de la colgadura de agua.

El paisaje era increíble, diferentes tonalidades de verde aparecían ante nuestros ojos, el chorro magníficamente grande, que nos dio miedo entrar al agua, pues no se veía el fondo, estaba turbio; Fanshi si entró, nadó un poco, descansó en una gran piedra inalcanzable a nuestras manos, subió a otra y se fue lejos.

Max siempre es “el loco”, lo veíamos dando vueltas, caminando de un lado a otro, saltando sobre las piedras, buscando no se qué y de repente lo vimos en la misma piedra donde se paraba Fanshi para saltar y lo hizo.

Estuvimos algún rato más allá­ y nos fuimos a Natá¡ a comer algo, pero con la idea demasiado clara de que pronto volveremos.

La Basílica Menor de Santiago Apóstol de Natá de los Caballeros, Coclé

Natá se encuentra a 183 Km. al oeste de la ciudad de Panamá, por la Carretera Interamericana. Aquel día, desayunamos en el camino y en Natá, nos esperaba nuestro guía de lujo, Fanshi.

Lo primero que le dijimos fue “llévanos a las iglesias”, La Iglesia Santiago Apóstol de Natá de los Caballeros se levanta en medio de la ciudad más antigua del litoral Pacífico y la segunda en tierra firme, posteriormente de Santa María la Antigua del Darién en 1519.

Destacan de su construcción la alta torre, a la que subimos y desde la cual se puede ver Natá, Aguadulce y parte de la Cordillera Central a lo lejos. Así mismo destaca el altar mayor y los altares menores. No obstante no hay una fecha exacta para la fundación de la iglesia, se cree que su cimentación empezó en 1522, después de que Pedro Arias Dávila, gobernador de Castilla de Oro, instalara una gran cruz de madera en el punto donde se alzaría la asombrosa obra, coincidiendo con la fundación de Natá.

La Basílica Santiago Apóstol es una joya colonial, construidas por los españoles hace ya más de cinco siglos.

La estructura del templo guarda un estilo basilical con cinco naves. Los materiales utilizados en las paredes son de la época colonial; cal y canto, una combinación de piedra con una mezcla parecida al cemento, la cual vimos al ir subiendo la torre, algo descuidada, claustrofóbica, con escalones altos y mareantes que parecían nunca terminar. Mide 25 metros de ancho y 50 metros de largo. Su fachada posee dos vanos de acceso con arcos de medio punto y está decorada con pilastras, columnas, mascarones y un remate de ondulado perfil, jaloneado a techos por pináculos y una torre de campanario.

El amplio interior cuenta con ocho altares tallados y está dividido en cinco naves en las que se localizan el coro, el baptisterio, dos óleos sobre lienzos, el impresionante púlpito que veíamos por primera vez en nuestras vidas y desde el cual los sacerdotes daban la misa en los tiempos de colonia, en los que se le prohibía a el pueblo acercarse a el altar así como al clero.

Frente a la iglesia, en la plaza pública, aún permanecen unas grandes piedras en forma de ruedas gigantes que llamaron nuestra atención, que fueron traídas desde el cerro San Cristóbal y eran usadas para moler el material empleado en la edificación de la obra. Se dice que la torre fue utilizada como punto estratégico de observación militar por los españoles. Los estilos barroco, plateresco y churrigueresco se combinan en este monumento nacional.

Esta ciudad fue llamada así, Natá: En honor al Cacique de Nombre Anatá, Natá o Natán que mandaba el área en que se encontraba el caserío.

En sus orígenes, que se remontan al siglo XVI hasta principios de siglo XVII, era la mayor aldea indígena en el Golfo de Parita.

Parece increíble que el pequeño pueblo de Natá de los Caballeros, fue en alguna ocasión más importante que la ciudad de Panamá. De hecho, cuando Panamá La Vieja fue saqueada y destruida por el pirata inglés, Sir Henry Morgan, en 1671, esta pequeña comunidad compartió brevemente con Penonomé, situado a unos 30 Km. al noreste, las funciones de capital colonial del país.

Se dice que cuando llegaron a la zona los primeros soldados españoles, encontraron suficiente comida en el pueblo como para alimentar a todo un ejército. Los peninsulares acabaron con un año de abastos en sólo tres meses, se casaron con las princesas del asentamiento, y mezclaron su cultura con la de sus anfitriones, para dar pasó a la población mestiza de las provincias centrales de Panamá.

Fanshi subió al altar, nos mostró y explicó algunos de los santos que están en la Iglesia de entre los que puedo recordar la Virgen del Apocalipsis y Don Bosco, Virgen Del Rosario, Retablo del Corazón de Jesús, San José, San Juan Bautista, San Miguel Arcángel, Santiago Apóstol; entramos a la sala de los sacerdotes, ya que Fanshi tiene acceso.

Nos mostró uno de los túneles que utilizaban en la época colonial para trasladarse desde la Iglesia hasta algunos cerros cercanos dentro y fuera de Natá. Algunas personas aseguran que estos túneles sirvieron como arma de guerra igual que la torre principal y ayudaron a que la ciudad no se viera afectada por los bombardeos españoles, otras personas dicen que los túneles los construyeron los españoles para defenderse de los indígenas. Algunos otros aseguran que el túnel fue una ruta de escape en caso de ataques y se cree que aún está lleno de armas.

Una leyenda que rodea el templo dice que el túnel tiene cinco salidas diferentes, las cuales están ubicadas, la primera y principal a la entrada y salida de la sacristía menor; la segunda está a la entrada y salida del campanario; la tercera en la capilla San Juan de Dios, aunque algunos aseguran que el sitio señalado era un huesario; la cuarta sería en la desaparecida iglesia de la Soledad, y la última estaría en el Cerro San Cristóbal; lo cual gracias a la Fundación Natá de los Caballeros Siglo XXI, se ha logrado comprobar su existencia y se está buscando la manera de recuperar su funcionamiento.

Las cinco salidas poseían caminos diferentes, se temía que la iglesia estuviera construida sobre vacíos por lo que la entrada del túnel a la sacristía menor permanece sellada.

Actualmente el túnel principal está sellado ya que Patrimonio Histórico, lo mandó a proteger, pues la Basílica forma parte de un grupo de monumentos históricos del país por la edad que tiene, y que fue hecha a finales del siglo XVIII y a inicios del XIX, no contando con fecha exacta.

El túnel se cree que fue construido antes de la iglesia, como a mediados del siglo XVIII, lo que da a entender que los indígenas ya habían sido colonizados.

Algunos de los moradores en tiempos pasados habían caminado el túnel en un pequeño tramo, pero no continuaban, ya que era muy oscuro y no encontraron ningún tipo de evidencias dentro de éste; los mismos cuentan que el propio Victoriano Lorenzo, utilizó este pasaje durante la guerra de los mil días para escapar del ejército colombiano.

Se dice que cuando Don Gonzalo de Badajoz llego a esta región en 1515, después de haber obtenido gran cantidad de oro de parte del Cacique París, ansiando más quiso volver a atacar al Cacique sufriendo una fuerte derrota que lo obligó a dejar lo adquirido a la comarca del Cacique Anatá, Natá o Natán, apreciando la gran fertilidad y riqueza de la región bañada por el Río Grande y Río Chico.

En 1516 llega a esta comarca el Licenciado Gaspar de Espinosa Alcalde Mayor de Castilla de Oro, siendo bien recibido por el Cacique Natá y permanece allí cuatro meses y vigila la nueva población que mas tarde se convierte en centro de futuras expediciones para la conquista  y colonización de otras regiones y países del continente. Espinosa le contó a el gobernador de Castilla de Oro Pedro Arias Dávila que habían tantos bohíos en el área, que tuvo temor al llegar al poblado, también le contó que había encontrado maíz en grandes cantidades, muchos venados, pescado asado, pavas y comidas de indios en abundancia; entonces no fue accidental que Natá fuera elegida por Espinosa para trabajar desde allí la conquista de otros lugares, sobre todo el del bravo cacique Urracá: Veraguas. La extensión territorial de Natá iba desde lo que se conoce ahora como Chame hasta los límites con Veraguas.

Natá recibió la llegada de 100 “caballeros” españoles que fueron enviados por Carlos V, Rey de España, escogidos entre las familias de abolengo, para traer la misión de mantener el dominio sobre los indios y propagar la fe católica y construyeron una capilla para su fin, La Capilla de San Juan de Dios, edificada en el ultimo cuarto del siglo XVII en 1670 y facilitó el proceso misionero en esta región indígena y contribuyo en la construcción de la Iglesia Santiago Apóstol; a ésta última capilla no pudimos entrar pues nuestra visita fue en día de semana y estaba cerrada, está ubicada a 100 metros de la iglesia y su estructura fue restaurada por la FUNAC.

El principal legado de aquellos tiempos es la iglesia del pueblo, la Basílica Menor de Santiago Apóstol –la segunda más antigua del Hemisferio Occidental-  única, declarada Monumento Nacional en 1941.

Los tres siglos que tuvo la localidad bajo el dominio español le dieron gran esplendor e importancia, tal como lo señalan documentos y libros que nos relatan un pasado glorioso de Natá de los Caballeros, y que debe ser motivo de profundo análisis y estudios por las presentes y futuras generaciones de panameños.

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Chorro las Yayas en El Copé, Coclé

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Arrancamos a las 6 de la mañana, desde la Terminal de Albrook hacia El Copé, en la búsqueda del Chorro las Yayas.

Al llegar al Copé, esperamos que llegara una chiva local que nos llevara hasta Barrigón, enclavado en la zona baja del Parque Nacional Omar Torrijos Herrera. Desde allí­ hasta Las Yayas hay una distancia de tres kilómetros.

Puente sobre río Colorado

La carretera fue recién inaugurada en Noviembre de 2014; recuerdo que antes de eso era difícil llegar al sitio por lo pedregoso y las calles solo eran transitadas por autos 4×4 y los transportes públicos del lugar, ahora es muy fácil acceder en auto sedán.

La visita a Las Yayas se complementa con maravillosas vistas del inmenso bloque de bosques tropicales, propios del área, verdes tonalidades, y el Río Colorado de increíbles pigmentos rojo, se trata de un cuerpo de agua superficial que presenta una tonalidad rojiza, aparentemente derivada de los minerales de la región o bien de alguna variedad de árboles que le confieren ese tono.

Aquí­, existe un puente color rojo, desde el cual se puede apreciar esta característica y desde donde se podría iniciar un recorrido para explorar la selva tropical típica de la región. Cabe destacar que también hay un Rio Blanco en donde ya los pigmentos desaparecen.

Aquí­ la comunidad local opera una pequeña tienda en la que se expenden dulces, frituras y bebidas gaseosas, principalmente a los mismos miembros de la comunidad. Asimismo es posible rentar una cabaña para más comodidad. B/. 2.00 para extranjeros y B/. 1.00 para nacionales.

Caminamos algún rato bajando unas escaleras rojas que nos llevó a diferentes partes del río. La primera nos introdujo a un chorro que desciende en medio de unas rocas cóncavas donde cae el agua bajo las sombras de las piedras.

Subimos los barandales y llegamos ante un mirador desde donde se veían las tres caídas de agua, El Chorro las Yayas, de cristalinas y frescas aguas, llena de mitos y leyendas.

Las Yayas, se llaman así­ por una antigua leyenda del Copé que trata sobre tres mujeres. Según los residentes, que hacen resonancia de estas costumbres que se transmiten verbalmente de generación en generación, los originarios relataban que al llegar al sitio siempre veían a mujeres hermosas bañándose en sus cristalinas aguas. Las apariciones se siguieron dando por muchos años aunque no todo el mundo las podía ver, debido a ello los pobladores bautizaron al charco “Las Yayas”, como se les llamaba comúnmente a las muchachas en esa época.

Las Yayas parecen ser otra leyenda legado de nuestros antepasados españoles muy parecido al de las Xanas en España que aparecen en los ríos durante la noche de San Juan. Es un misterio entonces que en algunas caídas de agua, se aparecen mujeres, ninfas y hadas, no solo en las Yayas, si no también en el Chorro de las Mozas en el Valle de Antón, en el Salto del Pilón de Los Santos donde se aparece una niña peinándose los cabellos.

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Las Yayas en su mayor salto se levanta sobre unos 15 metros de altura, y se puede disfrutar de las refrescantes aguas de la quebrada que alimenta las cascadas que se unen en una pequeña “”totuma”, como le llaman los lugareños al sitio que utilizan como balneario.

Es un lugar donde domina la belleza escénica, paisajes naturales y una biodiversidad de la flora y fauna.

El Copé está a solo 40 minutos de la ciudad de Penonomé, en la provincia de Coclé y tiene dos entradas principales con acceso cómodo: una por la carretera ví­a a Piedras Gordas y la otra entrando a la altura de la comunidad de Río Grande.

Ascenso al Cerro India Dormida

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El cerro la India dormida tiene un aproximado de 860 a 900 m.s.n.m.

Iniciamos en ascenso por el sendero de la Piedra Pintada, al llegar a éste lugar se nos abalanzaron diferentes niños del lugar que ofrecían cuidar el carro o hacer de guías hasta la cúspide del cerro. Optamos por irnosm con un niño de nombre Dorindo de unos 10 años de edad que llevaba unos sacos llenos de mangos. Ofrecí mi ayuda para cargar los sacos pero al llegar a la piedra ya estaba cansada, podí­a pesar unas 25 libras. Nos turnamos Alain y yo para ayudar al niño hasta que el vió un familiar y se lo entregó.

Caminamos en medio del paisaje boscoso, pasamos por las laderas de varios chorros como Los Escondidos, el de Los Enamorados y el Salto del Sapo.

Dorindo iba delante de nosotros saltando sobre las piedras, agarrando algunas y tirándolas en los chorros, trepándose en los árboles; llevaba jeans, una gorra y zapatos escolares. Algunas partes estaban resbalosas e hicieron que casi cayéramos.

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Llegamos a La Piedra del Sapo. Una señora vení­a bajando con los zapatos en la mano, su bolso en otra, vestida para trabajar. Dorindo en vez de seguir recto, tomo una trillo a mano izquierda y nos dijo que apenas estábamos en la mitad del camino; le pedimos disculpas por no poder ir a su ritmo y fue entonces cuando empezó a contarnos que él vive detrás del cerro y que camina este sendero todos los días para ir al colegio y regresar a su casa, así como la señora que vení­a bajando, camina todos los días desde detrás de la montaña hasta llegar al pueblo a trabajar.

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Subimos una loma de tierra muy empinada y ya faltaba poco, 5 minutos más y ya estábamos en medio de piedras sueltas y al frente del cráter del volcán extinto del Valle de Antón. Una hermosa y gratificante vista. Dorindo nos dijo que allá aparecían los duendes en el atardecer y que no debíamos demorarnos mucho en la cima.

Estuvimos disfrutando del sol, tomando algunas fotos, almorzando algún trozo de dulce y conversando, me atreví a preguntarle a Dorindo la peligrosidad de los otros cerros y me dijo que “el Cerro Gaital tiene leyenda de ser muy peligroso y que es el culpable de muchas mordidas de serpientes.”

Nos contó la historia de la India Dormida de la cual hay varias versiones: “Una india de nombre Piria, hija del cacique, esposa del Sol y protectora del astro y la llama de la vida, de la que estaba enamorado el guerrero Montevil, el cual le pide que sean amantes a lo que ella le dice que es la esposa del Sol y que su cuerpo y alma le pertenecí­an al astro y si él se acercaba se mataría. Al estar enamorado, el guerrero no comía, ni dormí­a pensando cómo acercarse a la joven, se le ocurrió la idea de ser cacique para tener el poder dentro de la tribu y lograr conseguir el amor de Piria. El padre de la joven estaba muy viejo y la tribu escogió a Montevil como su nuevo cacique. Éste para ganarse el amor de Piria realizó grandes donaciones al templo. Como la india continuaba rechazándole, Montevil mandó cortar la cabeza de su padre. Una mañana mientras ella lloraba la muerte de su padre, el indio Montevil se le acercó con intensiones de violarla. Ella perturbada corrió y cayó cansada a  la orilla de un acantilado. Cuando él se acercó vio como los rayos solares iluminaban el cuerpo de la india hasta convertirla en piedra, transformándola en un grupo de montañas. Al ver esto, el indio se desmayó, escuchándose un ruido como el que hace el agua cuando corre. El sol lo convirtió en ruido de agua fluyendo para que continúe sufriendo por el amor que nunca logró conseguir, por haber querido ser dueño de una de sus esposas.”

Existen otras versiones e incluso una novela, ya que esta montaña ha sido la inspiración de poetas y escritores.

Alguna otra historia cuenta que “Una bella doncella indí­gena hija del cacique Urracá, llamada Flor del Aire, se enamoró de un soldado español, de los que conquistaron la región. Su enamorado indígena, un fuerte y agresivo guerrero llamado Yaravá­, al ver que ella no le correspondía por culpa del español, se suicidó frente a ella y su pueblo. Entonces ella decide olvidar a su enamorado español para no traicionar a su gente y se dedica a vagar por los alrededores llorando su amargo destino, y así­ muere, mirando el cielo en la cima de las montañas e inmortalizando su sentimiento. Queda la silueta grabada como gran símbolo de su verdadero amor.”


En otra ocasión decidimos subir la India Dormida por los pies, es decir por el final y bajar por la cabellera, es decir los chorros y la Piedra Pintada.

Caminamos desde La Cruz, que está cerca de Altos de la Estancia, a simple vista resultaba un sendero no marcado y muy empinado, con una dificultad alta a causa de los precipicios con los que nos encontramos casi de inmediato, pero al aligerar el paso pudimos constatar que más adelante el camino estaba homogéneo y permití­a seguir sin más problemas.

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Nos encontramos en las pantorrillas del cerro y ya estuvimos disfrutando de magní­ficas vistas del cráter del Valle de Antón. Bajo un sol trepidante seguimos el camino y luego de casi una hora, nos encontramos en la cintura u ombligo de la India Flor de Aire.

Evelin se nos unió esta vez, casi acabadita de llegar del Norte y para ella fue un toque difícil regresar al hiking, pero la emoción, combinados con los lazos fuertes de amistad y el regalo tan grande que la Naturaleza nos entregaba, la hizo llegar sin problemas al final de la jornada.

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Evelin y Rey subiendo por las piernas de La India.

En el camino nos topamos con unos chicos que habían subido por los lados de la comunidad del Hato es decir por “la cintura” de la India.

Nos desviamos un poco del camino y pasamos muy cerca de una cruz de madera en lo alto del cerro, en una parte que da con las comunidades que están detrás de la India Dormida. Luego de eso vino una bajada muy empinada que bajamos con todas las medidas de seguridad en mente y buscando la forma más adecuada, decidimos hacerlo por la parte derecha con mucho cuidado, luego escalamos y llegamos a la garganta de la India.

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Cerca de la Cruz de la comunidad trasera al cerro.

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Mariel por las pantorrillas de La India Dormida.

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Cráter casi completo del Valle de Antón.

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Cascada Los Enamorados.

Divisamos la cabeza y en minutos estábamos ahí­. Nos tomó 3 horas hacer el recorrido desde Altos de la Estancia hasta el Chorro los Enamorados de la Piedra Pintada, en donde terminamos dándonos un delicioso baño mientras los rayos del Sol caían, como acto de magia o regalo de Madre Natura.

El Cerro La India Dormida es uno de esos en los que no solo disfrutas el final, si no su recorrido, lleno de mitos, en donde no sabes si en cualquier momento te puede aparecer un duende o un elfo, y quien sabe si hasta el indio que cuida el tesoro de la Piedra Pintada, sus chorros están estratégicamente dispuestos a lo largo del camino, en un recorrido que puedes escoger: tres opciones para subir o bajar, el tiempo que quieres demorar y la vista que quieres disfrutar.

Tiempo:

  • Por La Piedra Pintada, en buenas condiciones fí­sicas, puede tomarte una hora y media hacer el ascenso, casi lo mismo de bajada.
  • Por La Cruz de Alto de La Estancia, toma de tres horas a tres horas y media dependiendo de tus condiciones físicas; deberás tener especial cuidado en los precipicios, importante llevar zapatillas adecuadas, nada de “converse” ni “crocs”.

Una excelente actitud, llevar gorra y tener muchísimo cuidado si empieza a llover, en ese caso, No suba por favor.

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¡Los Chorros del Valle de Antón!

Estando en el Valle, decidimos ir a conocer los chorros o cascadas más representativos. Por costumbre, debíamos ir al Chorro de las Mozas, le advertí a mis amigos que el río estaría bastante sucio, a lo que no hicieron caso: la típica necedad de verlo en vivo.

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En efecto llegamos y estaba muy sucio a lo que decidimos caminar por su orilla hasta ver los chorros, lastimosamente, muchos de los desechos del Valle de Antón han ido a parar ahí e incluso es utilizado para sacar materiales como arenilla y tierra.

Forma parte de las leyendas del Valle de Antón. Cuentan que aquí­ tres hermanas se suicidaron al mismo tiempo por el amor que sentían hacia el mismo hombre, amor que era ignorado por Él, ya que había sido embrujado por la hechicera más grande del pueblo, y se dice que cada una de las hermanas se convirtió en un chorro, que ahora forman lo que es: El Chorro de las Mozas.

Cómo llegar: Tome la vía que conduce a Cabañas Potosí­ hasta el final y verás la entrada hacia Las Mozas, en este momento (2015) el lugar ha sido arreglado, limpiado y está bajo la administración de personas encargadas de mantenerlo en buenas condiciones, tiene un costo de admisión de 3$


Al salir no había transporte y decidimos caminar, en eso venía un carro transportador de caballos y se nos ocurrió sacar la mano y el señor conductor paró, subimos y juro que no es nada fácil viajar en ese transporte, los tres nos golpeamos en cada salto hasta llegar a una parada en la que tomamos un bus de ruta que nos dejó en La Piedra Pintada (fue muy divertido)

Subimos el sendero que ya conocíamos, pasamos por el Chorro el Escondido y después seguimos el sendero que conduce a la India Dormida, pero al ver el Chorro de los Enamorados, no pudimos contener las ganas de darnos un vigorizante y frio baño.

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Chorro “El Escondido”.

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Chorro “Los Enamorados” estación seca.

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“Los Enamorados” visto desde arriba.

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Este sendero es de belleza exuberante, en Él se pueden ver más de cuatro pequeños chorros de los cuales dos de los primeros están perfectos para darse un buen baño y si sigues el camino puedes subir La India Dormida o llegar a las comunidades que existen detrás del cerro.

Existe otra cascada llegando a la Piedra del Sapo, llamada “Cascada del Sapo”, Se llama así­ porque en su parte superior sobresale un petroglifo en forma de Sapo o de rana, este petroglifo tiene un Área de unos tres metros cuadrados y cubre toda la parte superior.

El Chorro de los Enamorados es una caí­da de agua en la que se practica rappel de principiantes, es un poco hondo y hay que tener algo de cuidado. El primero en tirar su clavado fue Max, como siempre de osado, luego me acerqué, quería sentir el chorro cayendo sobre mi cabeza, masajes naturales nos ofrece Natura.

Salimos del Sendero de la Piedra Pintada y otro señor nos llevó hasta el mercado donde tomamos un bus El Valle – San Carlos, ya era tarde y no habían buses hacia la ciudad y en San Carlos tomamos un taxi “pirata”. Los buses en el Valle de Antón salen hacia la ciudad de Panamá hasta las 6 de la tarde.

¡Visiten los chorros, les encantarán!

El Cráter de un Volcán Habitado

El Valle de Antón es uno de mis lugares favoritos en todo Panamá porque contiene en un solo sitio casi todo lo que a mi ser llena en muchos sentidos. En el Valle hay montañas para escoger, senderos, ríos, quebradas, muchas cascadas, sitios arqueológicos, fauna y flora enriquecida, tanto así que tienen un orquideario y encima de todo, un serpentario.

2015-11-04 18.04Allí puedes encontrar una gran variedad de sitios de alojamiento para todos los gustos y presupuestos. También hay sitios de camping. Existen lugares donde alquilar una bicicleta y hay esquinas donde, a veces, alquilan caballos para dar paseos cortos.

Entre lo más representativo está el Mercado de Artesanías en el que se vende toda clase de productos locales, verduras, vegetales, frutas, plantas y hermosas flores. El toque especial lo añade la gran cantidad de artesanías, estatuillas de piedra de jabón, tejidos, hamacas, pulseras hechas a mano, mesitas de madera, y todo tipo de manualidades con bambú, los vivos colores de la cerámica encienden la mente y la fantasía. Los animales de barro parecen estar tan vivos, y los sombreros “pintados”, estatuas y balcones atraen nuestras manos como los dulces atraen las manos de los niños.

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Puedes inclus conocer a grandes artistas de la pintura, como Soto y Santana, que con una técnica muy avanzada, logran reproducir características particulares de cada animal que pintan, sobre todo las aves, a las que estudian antes de dibujarlas.

En El Valle los chorros o cascadas más fáciles de conocer son: El Chorro de las Mozas, El Macho; dentro de la Piedra Pintada, encontramos El Escondido, El Chorro Los Enamorados, Salto del Sapo.

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La Piedra Pintada, es enorme. Una gran roca que se desprende de un cerro.

Nuestro guía, de unos 10 años y de nombre Víctor, tomó una rama de un árbol y con ella nos empezó a señalar y explicar el significado de este petroglifo, que nos hizo dar un paseo imaginario por el mapa de la región. La historia y las leyendas locales dicen que los indí­genas dormían alrededor de la Gran Piedra para celebrar ritos y que ésta esconde un tesoro vigilado por un ente quien es su guardián. El niño se sabía perfectamente bien la historia y no dudamos de su procedencia. De La Piedra Pintada se puede seguir el sendero homologado y conocer los chorros que vienen minutos después.

Cabe destacar el auge que existe en cuanto a gastronomí­a, hay restaurantes dentro y fuera de los hoteles y aparte de eso tienes buení­simas fondas y puestos de comida rápida y deliciosa por doquier. En la noche incluso es fácil encontrar puestos de comida.

En cuanto a fauna y flora tenemos: El zoológico Níspero, el Orquideario de APROVACA, el Mariposario y mi favorito: El Serpentario Maravillas Tropicales, en donde el herpetólogo Mario Urriola y su equipo de trabajo rescatan y protegen estos interesantes animales.

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Otro de nuestros temas favoritos, como ustedes, queridos lectores saben, son las montañas o “cerros”, como los conocemos en Panamá. El Valle de Antón al ser un “valle” o cráter gigante de un volcán extinto, naturalmente encontramos una cantidad de cerros de singular orografí­a que invitan a caminar por sus trochas. El cerro India Dormida, El Cerro Gaital, El Cerro Pajita, Cerro Caracoral, Cerro Cariguana.

Miradores: El mirador antes de bajar hacia el Valle de Antón y El mirador de la Cruz, antes de llegar a Alto de la Estancia.

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En el Chorro el Macho tienen el Canopy, se trata de un paseo sostenido por cables deslizándose por la copa de los árboles logrando una vista del gran bosque, tienen varios circuitos, uno por encima del Chorro El Macho. También posee una piscina temática, a la que llaman La Represa, donde te puedes quedar todo el día si quieres disfrutando de un baño de aguas frí­as provenientes de la Quebrada Amarilla.

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Uno de los sitios más famosos del Valle son Los Pozos Termales, la última vez que fuimos, la admisión era de 2$. Tienes derecho también a disfrutar de un facial de barro. Aquí es necesario llevar vestido de baño. (Actualmente se encuentra cerrado)

Y aún no hemos terminado, detrás de la iglesia del pueblo, se encuentra un museo con información muy valiosa de la historia geológica y arqueológica del Valle de Antón.

Ahora existe un Centro de Visitantes, muy parecido al Biomuseo de la ciudad de Panamá, donde se explica toda la historia geológica del Valle y hasta tienes derecho a ver un cortodocumental dentro de una sala de cine.

Cómo llegar