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Senderismo y Turismo Rural en Panama

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Este cerro lo he visto desde que tengo uso de razón, se ve desde mi casa y he logrado apreciar casi todas sus perspectivas, pero nunca lo había subido. El año pasado en una clase de geomorfología, supe que el cerro Cabra es un volcán extinto y constituye el último de los volcanes de esta alineación, que se encuentra localizado próximo a la margen derecha de la entrada del Canal de Panamá, en el Océano Pacífico. Mide 512 msnm, punto más alto del distrito de Arraiján en Panamá Oeste.

El escritor Lucas Bárcenas en su Reseña Histórica de Arraiján indica que Cabra (Cerro Cabra) significaba el Jefe según los aborígenes Cubitá, del Periodo Cubitá (550-750 d. C.). Los expertos han encontrado nexos culturales y comerciales entre este asentamiento y los de Coclé y Azuero.

Fue un día de esos que se amanece con ganas de llegar a una cima, que los muchachos y yo decidimos ir en busca de un camino que nos llevara quien sabe donde porque ninguno tenía idea de por donde tomar, así que lo inventamos.

Nos metimos por una cantera, parecía que caminábamos sobre la luna, serpenteamos una carretera al peligro de los volquetes que amenazaban con tirarnos carretera abajo.

Una cascada improvisada y sucia salía de entre la cantera llenando el lugar de un misterio triste y repugnante.

Luego de caminar en medio de “paja canalera” (Saccharum spontaneum) altísima, nos encontramos con una quebrada “Quebrada Ancha” y hasta allí llegaba el camino. Luego de discutir un rato por donde subiríamos decidimos hacerlo por la misma quebrada.

Nos fuimos quebradas arriba, saltando sobre las piedras y haciendo mini wetrappel por largo rato, pero no veíamos ni rastro de cima, ni siquiera una entrada de sol u otro camino que indicara que estuviésemos correctos, pero menos desfallecer.

Descansamos unos minutos para almorzar y seguir; luego de subir con cuerdas por una caída un poco empinada, algo saltó de entre mis pies y al ver Lurys lo que era, nos encontramos con una víbora que dormía entre las rocas por las que pasamos.

Nos topamos con el ojo de agua o naciente por donde la quebrada iniciaba y brotaba entre las rocas, por lo tanto la quebrada desapareció y nos encontramos en un herbazal de paja canalera altísima, imposible de pasar.

Bordeamos hasta llegar a un alto resbaladizo con algunos arboles de tamaño considerable en los que mis amigos se subieron y lograron ver algo del panorama, así­ como una gran roca, que al ver con los binoculares, tenía la forma y rostro de una calavera, y sobre ella gran cantidad de gallotes. Estábamos a 400 msnm, de forma que no en la cima y por supuesto, en un camino inventado y erróneo, en uno de las quebradas que alimentan el Río Bique.

De regreso nos detuvimos en la única casa a nuestro paso. Mis amigos se fueron a tumbar mameys. De la casa salió la señora Esmeralda con la que me senté un rato a conversar y me comentó que le preocupa mucho el futuro del cerro Cabra pues existen muchas propuestas de canteras, barriadas y explotación en el área. Le pregunté qué clase de animales se ven, a lo que respondió que “en el tiempo de antes” era más fácil ver animales, hasta venados, pero ya para estos tiempos lo único que ve son monos tití (Saguinus geoffroyi) y algunas paisanas que llegan cerca de su patio.

Habló de la transformación del cerro, de haber sido muy productivo por sus tierras, a ser invadido casi en su totalidad por la peligrosa paja canalera, maleza que aprovecha cualquier espacio deforestado para crecer.

A pesar de haber bajado el cerro con la aventura flotante sin haber alcanzado la cima, nos fuimos felices de haber conocido un nuevo destino, que de seguro muy poca gente conoce, pero obviamente trazamos una nueva fecha para llegar a la cima correcta.

Segundo intento:

El día que regresé a subir Cerro Cabra, estaba con un resfriado espantoso, pero mis ganas de subir fueron más, me costó pues me sentía agitada y el sol trepidante ocasionaba más dolor de cabeza, pero con la ayuda y paciencia, logramos llegar a la cima.

Para llegar al cerro Cabra es necesario entrar por Arraiján Cabecera e irse recto hasta llegar a la comunidad de Alto Bonito, tomar una calle de piedra y continuar por el sendero que sube por la paja canalera.

De pronto apareció un letrero alarmante que indicaba “peligro de muerte”, lo pasamos y no encontramos peligro alguno, solo agricultores y un perrito que nos ladraba entusiasmado.

Al ver lo dejado atrás, pude notar que la altura empezaba a dar muestras de algunas vistas de Arraiján, Puente Centenario y parte de la Calzada de Amador. El sol fue perfecto para observarlo todo. Al seguir subiendo vimos gran cantidad de precaristas del lado de “Altos de Howard” y otras comunidades de Arraiján.

Me sentía agitada y no íbamos ni por la mitad. Con paciencia trepamos el área más empinada, una loma larga con un camino marcado rodeado del herbazal. Las arañas y borrigueros dominan el área. Y de pronto, ¡los hangares de Howard! e incluso el mar Pacífico estaban visibles.

Subimos bordeando “La Finca del Gringo” en donde habitan unas reses que de seguro son custodiadas por alguien; envidia de la buena sentí­ por esas vacas al notar la vista panorámica que tienen de la ciudad de Panamá.

Faltaba poco para llegar a la primera roca y avanzamos hasta llegar a ella. La vista allí­ es impresionante, se ven gran parte de los edificios de la ciudad de Panamá, el puente de las Américas, el Puente Centenario, los hangares de Howard, el hotel Playa Bonita, Chorrera, Arraiján, Veracruz, Bique, la carretera Interamericana, el edifico dela Administración del Canal, el Canal de Panamá, la Bahí­a de Panamá, el Casco Antiguo, el Templo Bahai; Isla Limones, Punta Bique, el Cerro Ancón, entre otros lugares.

Claro también pudimos notar gran parte de las canteras realizadas en los alrededores del cerro como la de Meco, S.A., Maribel S. A. pero en total contamos cuatro canteras.

Las Mantis religiosas, mejor conocidas como “insecto palito” o “maría palito” son las dueñas del lugar. Las hay por todos lados, de todos los tamaños, formas y hasta con colores exóticos. También hay muchos grillos adultos y arañas para escoger.

Hasta ahí­ llegaba yo, me sentí­a satisfecha de haber logrado la cima, hasta que mi compañero insistió en seguir un poco más para llegar a la gran roca, en la que según mi abuela, que ha vivido en Arraiján toda su vida, era donde los indígenas primitivos realizaban rituales a los dioses.

Al haber recuperado el aliento, seguimos caminando y me llegué a asustar al ver la empinada loma por la que debíamos subir, el resfriado no me dejaba estar pero con mucha calma, casi contando los pasos, ni puse cuidado cuando ya estábamos bajo la gran roca. Resbalé y todo el peso de mi cuerpo cayó sobre mi muslo izquierdo, no pasó a más pero luego vería una gran moretón. Los gallinazos nos asustaron con un sonido estrepitoso pues los echamos del lugar y salieron volando de la gran roca conocida como “la Cara del Diablo” en la que descansaban. Era esa misma roca que semanas antes habíamos visto con rostro de calavera desde el otro lado del cerro.

Esta vez si logré la cima del Cerro Cabra, y tremenda sorpresa me llevé pues nunca imaginé que tan cerca de mi casa hubiese un lugar con tan hermosas vistas y repleto de parajes increíbles; podrí­a quedarme un día entero en esa cima solo identificando lugares y disfrutando lo bello de la naturaleza o lo que nos queda de ella.

Dentro del cerro se encuentran varias tomas de agua que mediante una partida del Fondo de Emergencia Social (FES) y el esfuerzo en conjunto de los residentes se logró desarrollar cuatro acueductos rurales que por gravedad suministra agua potable a más de mil familias de áreas circundantes al cerro.

Fotos del ascenso